Mes: diciembre 2013

De nuestra representación política

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por Yamil Villalba Un México Ciudadano. Twitter: @ShadowMagel.

Fotografía: mexico.cnn.com
Fotografía: mexico.cnn.com

De lo aprobado de la reforma fiscal en este año se advierte, entre otras cosas, que las dos cámaras del congreso federal estuvieron de acuerdo, sin la anuencia del PAN, de incrementar el Impuesto al Valor Agregado en la zona fronteriza del 11 al 16%, de lo cual destaca el hecho que, debido a que la mayoría de diputados y senadores pertenecientes a los “Estados Frontera” corresponden al PRI, los cuales votaron a favor del incremento del impuesto propuesto por el presidente, algunos habitantes de esos Estados decidieron dañar las oficinas de sus representantes, y empezar una cruzada de desacreditación contra ellos.

De acuerdo con la teoría constitucional que nos regimos, francesa y estadounidense, el origen de la cámara de representantes es la voluntad del pueblo, pero su función no es la de representar a la gente que los eligió, sino a la “nación” (concepto político ambiguo que asemeja al interés común), lo cual históricamente les ha permitido tomar decisiones según su propia conciencia, sorprendentemente coincidente con la del partido que los postuló.

La falla en la representación es un vicio político que ha sido fomentado por los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial al haber destruido los medios para que los votantes hagan rendir cuentas a los votados (entre otros la revocación del mandato popular), eliminando las vías institucionales para castigar un mal ejercicio en la representación de los intereses populares. Así, a la ciudadanía inconforme sólo le queda el soportar las malas decisiones o el incurrir en actos de violencia para hacer sentir su desesperación y descontento.

Cajón de sastre.

Al parecer la reelección legislativa y municipal va caminando en el Congreso; faltará ver qué tanto poder se devuelve a la ciudadanía o si terminan por repartirla una vez más entre los mismos gobernantes.

México: 65 años de atraso en lectura.

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por Enrique Navarro; México Fárrago., Twitter: @MexicoFarrago.

Según la Encuesta Nacional de Lectura 2012, 4 de cada 10 personas leen en nuestro país. Una cifra por debajo de la media. Pero no se queda ahí; el promedio de libros por persona no cambió respecto a 2006, manteniéndose en 2.9 libros por año.

Entre las principales razones para no leer está la falta de tiempo, preferir otras actividades de recreación o porque simplemente no es del gusto de las personas.

Fotografía: Enrique Navarro.
Fotografía: Un México Mejor.

El efecto inmediato, que precisamente es el titular de una nota que ha sido publicada en diversos medios, es el siguiente: México tiene 65 años de retraso en lectura comparado con países de la OCDE, especialmente con Japón. Sobra decirlo, pero esto quiere decir que necesitaríamos 65 años para alcanzar el nivel de lectura de Japón, en dado caso que ésta dejara de avanzar. Así de fuerte, sin más.

Pero lo grave no es sólo eso, sino la reticencia. Que no se diga que no hay fomento a la lectura: Campañas en medios masivos de comunicación, el Sistemas de Transporte Colectivo Metro regala libros, e incluso en las escuelas se obliga a estudiantes de todos los niveles a leer, cuando menos, tres libros al año.

En México es evidente la falta de interés por la lectura, a grado tal de incluso justificarla. He escuchado infinidad de comentarios en los que –casi- orgullosamente se manifiesta que no se lee, y ni a quién le importe. Ejemplo de esto lo viví en mi universidad, en donde alguno de mis compañeros de periodismo argumentó que no se es más listo por leer, y que (según datos a ojo de buen cubero) el hábito de la lectura sólo representa algo así como el 35% de la calidad en la educación.

“Se está leyendo y escribiendo mucho más en la actualidad, gracias al internet” es otro de los argumentos más sonados de los que no agarran un libro ni por error; y sí. Pero habría que analizar qué tipo de contenido se está manejando en las redes sociales. O júzguenme ustedes, estimados lectores, si me equivoco al decir que no hay comparación entre las discusiones Belinda – Eiza González, y el Premio Cervantes a Elena Poniatowska.

La gente con afección a la lectura ha intentado integrar a los reticentes. Cada vez existen más iniciativas ciudadanas para el fomento a la lectura, como aquella en la que se pide “abandonar un libro en un lugar público” para que sea leído por algún extraño. Sin embargo, sintiéndose agredidos y menospreciados, se enfrascan en una zona de confort descalificando a quienes leen: “Ya se sienten intelectuales”. La idea no es divir, sino integrar. Las personas que leen, se vuelven más críticas y también hay mayor apertura a otras opiniones.

Pero hay más razones para leer; una persona con este hábito tiene mayor capacidad de razonamiento, aumenta el vocabulario y la concentración, mejora la memoria y se dice que incluso reduce el estrés.

Si no hacemos algo pronto para motivar la lectura y hacerle ver a la gente que esta práctica no es únicamente para los estudiosos, intelectuales y cerebritos, el país no crecerá como cualquiera desearía. Porque leer educa e informa, y un pueblo informado, es un pueblo libre.

¿O quieren seguir teniendo un presidente no puede mencionar 3 libros que marcaron su vida durante el evento de literatura más importante de América Latina?

Enrique Navarro.

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